Atemorizados por enfermedades al corazón, obesidad e hígado
graso, durante años hemos sido ahuyentados de consumir grasas saturadas, estas
incluían la mayoría de grasas animales, de aves y mamíferos. A este grupo de
grasas proscritas y peligrosas se sumaba un género particular de grasas
vegetales como el coco la palma y el cacao. La mayoría de grasas vegetales son
grasas poliinsaturadas, pero tenemos grasas saturadas vegetales estas últimas
se diferencian de las animales sobre todo en el largo de su cadena molecular:
mientras que las grasas animales son de cadena larga, la grasas de palmera,
coco y cacao son de cadena corta.
Las grasas saturadas de cadena larga, como la que
encontramos en las carnes rojas, son grasas de 14 a 20 carbonos, grasas
tullidas, algo más rígidas, pesadas, aglutinantes, que generan problemas y
depósitos esclerosantes sobre las arterias. Recientemente, la ciencia ha
descubierto que los aceite de palma coco y cacao no son los grasosos rufianes
que pensábamos; más bien, de gran valor medicinal y, lejos de oír leves a esta
grasas saturadas, debemos hacer un especial esfuerzo por incluirlas en nuestras
dietas. La grasas de cadena media del coco son grasas minúsculas y, mientras
proveen energía al cuerpo, disminuir el colesterol, protegen contra los
corrosivos efectos de los radicales libres y, sobre todo, tienen un peculiar
mecanismo inmunoprotector que merece explicar.
El aceite de coco es quizás una de los mejores aceites que
podemos usar para la cocina. Siendo una grasa saturada, puede resistir
temperaturas elevadas sin comprometer su estructura, ni tampoco crear grasas
rancias.
El ácido láurico es la grasa más representativa del coco.
Casi la mitad de las plazas del coco son ácido graso láurico, esta grasa ofrece
propiedades antibióticas y antivirales, ya que la mayoría de bacterias y de
virus están encapsuladas en grasas. Las grasas que envuelven la membrana
externa protegen el ADN del microorganismo.
Adicionalmente, esta cobertura de grasas que tienen los
microorganismos le permiten flexibilidad en su movilidad. Las grasas de cadena
media presentes en el coco tienen una gran afinidad con las membranas de
microbios. Siendo grasas cortas, son fácilmente absorbidas dentro de ellas, y
es ahí cuando debilitan esta estructura protectora; la membrana se desintegra,
despellejan el microbio y este finalmente muere. Luego, los leucocitos del
sistema inmunológico limpian los desechos extintos de microbios y virus, creado
por este choque de grasas. Como podemos ver, las grasas del coco combaten a los
patógenos virales y microbianos, sin efectos secundarios sobre tejido humano.
La naturaleza parece obligada a crear sus mecanismos de
defensa de manera inocua y segura. El hombre con multitud de antibióticos a
razón de poder detener la autoridad de los microbios. Pero si multiplicamos por
sí la cantidad de antibióticos, no dejará de suceder el que él los microbios
sigan emboscando al hombre. En conclusión es el ácido láurico el que actúa
debilitando la membrana celular de la bacteria y haciéndolas vulnerables al
sistema inmunológico.
La naturaleza, con sabia certeza, ha colocado la acción del
ácido láurico en la leche materna, para asegurar una completa protección
inmunológica al bebé. Intuitivamente, la leche de coco y el agua de coco han
sido una eficaz nodriza vegetal en muchas islas de la Polinesia, Tailandia y
Filipinas, algo que incluso la leche de fórmula han imitado. Aunque la ofrece
deshidratada la mayoría de leche de fórmula contiene ácido láurico.
Al abrir un coco, muchos hemos encontrado descompuesto y
hasta con hongos, lo cual podría contradecir las propiedades antes mencionadas.
Debemos recordar que el ácido láurico de coco viene en forma de triglicéridos y
tras ser ingerido, es dividida su unidad de monoglicéridos, llamado en este
caso monolaurina, una vez segmentado es cuando la propiedad antimicótica y
antiviral se activa y potencia.
El aceite de coco es uno de los pocos aceites que podemos
usar para cocinar, puesto que este no se oxida al calentarlo a altas
temperaturas. El aceite de coco ayuda a perder peso, evita enfermedades
cardiovasculares y problemas tan extendidos como Hipotiroidismo hoy en día con
tanta incidencia entre las mujeres. El coco es casi el único alimento que
contiene ácidos grasos de cadena corta, que al contrario que el resto de las
grasas, no necesitan ni enzimas pancreáticas ni bilis para su digestión, por lo
que resulta ideal para las personas a las que se le ha extirpado la Vesícula
Biliar y tienen dificultades para digerir las grasas, o en general, para
personas con problemas digestivos o de hígado. En los hospitales los ácidos
grasos de cadena corta se incorporan generalmente a pacientes que requieren una
alimentación especial.
El aceite de coco es rico en ácido laúrico de propiedades
antivíricas y antibactericidas, es más la leche materna contiene un 56% de
ácido laúrico y es la grasa más predominante e importante para él bebe.
El coco, la "fruta" de la palmera, es un alimento
excepcionalmente nutritivo que ofrece muchas ventajas, como ayudarle en la
lucha y prevención de enfermedades, incluso ayudarle a perder peso y no volver
a recuperarlo. La carne de coco es un alimento particularmente recomendable
para las personas de Tipos Metabólico Proteico, por su alto contenido en
proteína.
Los isleños siempre han tenido en gran estima al coco por
sus propiedades preventivas y curativas de enfermedades, sobre todo porque son
ricos en ácido láurico, un probado agente antivírico, antibacteriano y
antimicótico. Los cocos contienen niveles altos de grasa saturada que,
contrariamente a la creencia popular, es una grasa necesaria para una nutrición
óptima. Hay tres tipos diferentes de grasas saturadas, y los cocos contienen el
tipo más sano: los ácidos grasos de cadena media que le ayudarán realmente a
perder peso mientras incrementan su salud.
Los ácidos grasos de cadena media (MCFA) abundantes en los
cocos se digieren más fácilmente, y son utilizados de manera diferente por el
cuerpo que las otras grasas. Mientras que otras grasas se almacenan en las
células de cuerpo, los MCFA del aceite de coco se envían directamente al
hígado, donde se convierte inmediatamente en energía. Tanto es así, que cuando
usted come coco y aceite de coco su cuerpo lo utiliza inmediatamente para
producir energía en vez de almacenarla como grasa en el cuerpo. Gracias a esta
rápida y fácil absorción, se aligera la carga de trabajo del páncreas, el
hígado y el sistema digestivo. El aceite de coco "acelera" su sistema
metabólico, por esto, su cuerpo quemará más calorías al día, lo que se traduce
en pérdida de peso y aumento de energía y vitalidad.
Fuente: cocus